martes, 21 de enero de 2014

JOYANKA de José de los Camarones

Cartel "JOYANKA", obra del equipo de diseño FdT, sobre una pintura de J. Gil
 
13 de Febrero
21 h.
Sala Compañía - Jerez de la Frontera
Entradas 10 €
Flamencos de Tombuctú (Zoco), Plaza Peones s/n, Jerez)
 


JOYANKA
José de Los Camarones

 
“Joyanka: composición de las palabras joya y hoyo”.
José de los Camarones

“Para volar, debes amar el viento…”
Alfonso Lara Castilla


 
Sobre el de los camarones…
       
        José de los Camarones, José Galán, antaño conocido por otro nombre artístico, “ya no me hablo con ese hombre”, nació para el Flamenco, durante la primavera del año 1955, en uno de sus solares emblemáticos, el de San Miguel de Jerez de la Frontera. “Al escuchar aquel primer llanto que más pronto que tarde se tornaría en seguiriya, soleá, toná, o unos fandangos, la Plazuela entera cual gran corrala de vecinos lo celebró por bulerías”. Al poco recabó en la cercana hoyanca, un lugar físico, estigmatizado por la impronta del arrabal y del ejido, y a decir de muchos de los que allí habitaron, también un estado mental.
       
        Hijo de un mariscador, vástago de la humildad y la pobreza, faenaba como aquel en el limo primigenio que inunda los esteros de la cercana Bahía. Comprometido y reivindicativo hasta la médula, el joven José no fue ajeno a la realidad de su tierra endémica en desigualdades de todo tipo. A resultas, estas circunstancias adversas son determinantes a la hora de afrontar su cante, su compleja personalidad, y su forma de entender e interpretar el flamenco; constituyen junto con sus aspiraciones, ansia de vida y cualidades innatas, claros ejemplos de su forja como persona y cantaor.
       
        José de los Camarones ha sido llamado a destacar en este arte, la afición y la crítica especializada así se lo reconoce a lo largo de su dilatada trayectoria profesional. En su haber, el merecido galardón “Melón de Oro” del festival de Lo Ferro (Cartagena) en 1998. Pletórico en registros sonoros, pero con una característica forma de calibrar el impacto que produce su interpretación de los diferentes palos del cante, que domina en abundancia; un repertorio singular que abunda en el sincretismo, bebe de la fuente de los maestros sufíes, y de la mística española de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, frecuenta la poesía andalusí, y a los clásicos del siglo de Oro; su “heterodoxia” no es gratuita,  paradójicamente consiste en revisar la tradición. En alguna ocasión y en referencia a este hecho, se ha descrito a José como “uno de los últimos dinosaurios del flamenco”, comentario que alude a su proceder y a la consideración para con un arte, que él sabe vivir y ejecutar como pocos, con absoluta maestría, pero sobre todo a la impronta de genuino calado que le entronca con los grandes maestros pretéritos que lo encumbraron. Sapiencia que se ha visto reflejada en posteriores grabaciones como“Cuatros jinetes negros”, “El cante en su pureza”, o este, por el momento su último trabajo, “Joyanka”, que ahora lleva y adapta a los escenarios.
       
        Empero esas inmisericordes moiras que intervienen en el destino de cada hombre, en ocasiones hacen pagar un elevado peaje por el tránsito. En tal sentido la trayectoria vital y profesional de José “el de los camarones”, ha constituido de continuo un auténtico acto de supervivencia tanto anímica como artística. Al infortunio, y en cierta medida, al propio éxito mal digerido, habría que añadir ese no sé qua trágico que suele acompañar a aquellos que deambulan entre los claros oscuros que configuran el retablo flamenco del cante. Donde el vino ofrecido al victorioso héroe no sólo hay que saber beberlo, además como sentencian los viejos del lugar, hay que saber mearlo, y donde la corona áurea de laureles, el tiempo, demuestra que de latón es…
       
        José ha sido todo esto y más, para y por el cante, en el que ha experimentado y saboreado las mieses de la victoria, y la hiel de la derrota, pero ante todo y a pesar de todo, José Galán, “el de los camarones” ha ejercido de él mismo, sabiendo sobreponerse a todo y atreviéndose a vivir la vida del cantaor sin restricciones artísticas, ni complejos, salvo la del respeto por un arte que le inflama el corazón e inspira. Es por esto que JOYANKA, es también un claro homenaje repleto de rabia vital y de amor al cante y al Flamenco. Audentes fortuna iuvat ” =(La fortuna sonríe a los audaces) la célebre frase de Virgilio admite en una interpretación libre aquello de “los dioses favorecen a los que se atreven”, y José, a tenor del afecto que le profesan las musas, debe de ser uno de sus hijos predilectos.


Sobre la hoyanca-Joyanka... 
       
        Cuando se busca refugio en lo que uno fue, y no volverá a ser, de alguna forma se está en la hoyanca, en el hoyo; un lugar donde el estado anímico transciende al físico, al material, al geográfico. En cambio, si se transita la curvatura de la memoria a la inversa, y se emplea el arte como instrumento, para el caso, el cante, se encontrará en otro bien distinto, aquel horizonte que propicia el flamenco cuántico que José de los Camarones profesa, y que localiza en la Joyanka. La hoyanca, que vio crecer a José, se ha tornado en algo distinto, por medio de esa extraña alquimia que es el cante, se transmuta en metal precioso, la hoya en joya, algo brillante, transcendental... en palabras de José: “una joya que brilla en el fondo de un pozo, de un hoyo…”. Precisamente de esto se trata, de copilar este proceso, común a tantos artífices del flamenco, que desde lo humilde y difícil, transcienden, alzando el vuelo como lo hacían en imposibles acrobacias aquellos “toreritos” (libélulas) y “lúas” (aludas) de nuestra infancia, desde los espinosos cardos borriqueros. Buena prueba de ello es José de los Camarones, y esta, su obra, JOYANKA, lo viene a demostrar.
       
        JOYANKA se desarrolla escénicamente en clave de simbolismo narrativo, aprovechando el lenguaje y posibilidades dramáticas que brinda el cante de José. Para ello emplea toda la panoplia de palos, de estilos flamencos, y de recursos expresivos que le caracterizan; en simbiosis con el arte flamenco desarrollado por aquellos artistas que le acompañan para la ocasión. Exigente como nadie en lo tocante a la puesta en escena de su arte, rayando en lo obsesivo, se hace acompañar por perfiles flamencos de idénticas características perfeccionistas. En esta suerte junto a él: Paco León a la guitarra, Alicia de Pepa al baile, Manuel Soto “el Bo” y Chicharito de Jerez a las palmas y el compás, y la introducción al cante de su propio hijo, Miguel Ángel Núñez.
       
        Con JOYANKA, José de los Camarones, se expone desnudo, sin trampa ni cartón, visceral, para con el arte, razón de su ser, ante un público que en su caso sabe también ser exigente. Ofreciendo toda una sinfonía de lo que él entiende por cante, y flamenco; en clave de narración que detalla más una metamorfosis que una descripción lineal de acontecimientos, en la que pretende reflejar su propia trayectoria y evolución como cantaor y persona, desde aquella hoyanka a esta joyanka, su JOYANKA. En el discurso y en los silencios de esta obra, radican las claves de un guión que remiten a esta metáfora y al escenario donde se desarrolla, la hoyanca idealizada de su pasado, que torna en estado mental más que físico, y la joyanka anímica actual de su flamenco. En una suerte de viaje catártico interpretativo en el que se convierte en actor de su propia odisea, cantor de su romance, encarnando al personaje de su vida.
       
        JOYANKA, ofrece al público como Prefacio en la ouverture, una toná, no podía ser de otra manera tratándose del de los camarones, que emula así al jazán o al muecín, y rememora su letanía de toque de atención, como cuando por cantiñas pregonaba el contenido de su cesto de mariscos; le siguen una soleá, tarantos, rondeñas y verdiales; unos tientos rematados por tangos, alegrías, seguiriyas; palos a los que se suma la canción “En calma la noche”; concluyendo a modo de Epílogo, con su famoso “Pregón de los camarones”.


José Gil Valencia
FLAMENCOS DE TOMBUCTÚ

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